La singularidad del Puente Bizkaia

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Ruben Monasterio 

La Singularidad del Puente Bizkaia.

Los Puentes Trasbordadores pertenecen a una rara modalidad de puentes en los cuales la traslación de personas y vehículos no se resuelve mediante su paso o circulación “autónoma”  por una calzada o vía férrea que constituya “su tablero”, sino que los usuarios son trasladados (“trasbordados”) sobre un elemento estructural (generalmente colgante que se denomina “barquilla” o “góndola” indiferentemente) y cuya activación se aplica por medio de una energía externa a través de cables tractores o mediante autopropulsión con motores térmicos o eléctricos.

 

El Puente Bizkaia, más conocido como “El Puente Colgante”, es no solo el paradigma de los Puentes Trasbordadores por haber sido el primero de su género en el mundo, sino por mantenerse activo y en Servicio desde hace 131 años, además de por otras varias razones, entre las que destacan su belleza estructural y la capacidad que ha demostrado para colaborar en la creación de todo un entorno urbano en su derredor.

 

El verdadero Sistema de Trasbordo es el formado por el conjunto de “carro y barquilla”, elementos ambos que existen y se hallan generalmente “entremezclados”, imbricados hasta el punto de no poder ser distinguidos en todos los sistemas de transporte terrestre como automóviles, tranvías o ferrocarriles, pero que en el Trasbordador, en cambio, se hallan segregados drásticamente por la diferencia de altura que existe entre ellos, estando enlazados tan solo por un conjunto de 18 cables de más de cuarenta metros de longitud.

De esta manera, el carro o sistema de traslación circula en lo alto, por la parte baja del tablero y encarrilado en una vía férrea a más de 47 metros de altura sobre el mar y la barquilla con su carga de personas y vehículos, lo hace cuarenta metros más abajo, a la altura de las rasantes de la calle.

La barquilla es para muchos usuarios el elemento más familiar del Puente, ya que es la verdadera “interfase” entre la instalación y los usuarios.

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Lucia Gonzalez Artola 

Cuando en 1998, la empresa gestora  EL Transbordador de Vizcaya SL,  acometió la reingeniería del Proceso de Trasbordo, uno de los objetivos clave fue el de Aplicar toda la tecnología y posibilidades del momento para transformar un proceso totalmente manual y –por tanto- sometido a eventuales fallos, hasta conseguir otro proceso lo más tecnificado posible y en el que el factor humano, solamente tuviera la misión de comprobar que “todo va bien” y a continuación autorizar la continuación del proceso”·

 

En el ámbito del elemento de transporte (conjunto de carro y barquilla), este criterio rector llevó a combinar elementos de potencia (motores, reductores, accionadores, frenos, semáforos, iluminación…) con otros de detección (radar, estación meteorológica, sensores capacitivos, sensores de campo, cámaras de televisión, sensores luminosos…), con elementos de control (red de ordenadores con software específico, PLC’s, telémetros…), de comunicación y transducción (megafonía, comunicación vía radio encriptada, red web…) para conseguir una instalación única en su género en la que los distintos sistemas iniciaban su funcionamiento autónomo tras la autorización del operador mediante el pulsado simultáneo de dos botones.

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El producto final resultaba ser un Sistema muy complejo, que enlazaba por medio de señales y comunicaciones, desde las máquinas suministradoras de billetes hasta las validadoras que permitían el paso a las salas de espera, desde las puertas batientes en tierra hasta los sistemas de control de estado de los elementos de la barquilla y del carro, desde el estado de la navegación en la ría hasta las colas de vehículos y desde el operador de Control con el Interventor, con los ascensoristas y con Conservación, con Seguridad Marítima, con los Prácticos del Puerto y con Protección Civil, de manera que cualquier incidencia, mal función o fallo en cualquiera de los Sistemas, se reflejaba inmediatamente en Control y podía ser contrastada o dar lugar a una acción correctiva, inmediatamente.

 Este avance tecnológico permitió reducir drásticamente los tiempos de cobertura de cada ciclo, ya que a la rapidez debida a que el número máximo de vehículos pasaba de nueve a seis, se añadía tanto la facilidad de acceso de los peatones y su propio interés en la celeridad, como el que la decisión de “partir” se pasaba a tomar en base al “estado cerca de puertas” y se eliminaba la práctica antigua de esperar a los peatones rezagados.

 

Nuestro “Puente Colgente”   atesora una valiosa historia de innovacion, creatividad,  imaginación pero también de  esfuerzo, valentía, coraje   y arduo trabajo que la  ha permitido llegar a nuestros días  ofreciendo un servicio de trasbordo  ágil  dinámico y seguro, además de ser un  Patrimonio Mundial de UNESCO desde el 2006 reconociendo su Valor Universal Excepcional.

 

 Dichos éxitos no hubiesen sido posibles sin  la colaboración de un equipo humano que  a lo largo de su historia creyó  y aupó el proyecto. Equipo que al día de hoy sigue trabajando con la misma ilusión  y tenacidad. Posibilitando así, la singularidad de mantener una estructura que además de ser un  monumento único, logre seguir dando un servicio público  las 24 h los 365 días del año, además de haberse convertido en el principal recurso turístico de Bizkaia, gracias a todo el trabajo de conservación y divulgación realizado durante estos años. 

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