El ingeniero Alberto de Palacio y el constructor Ferdinad Arnodin plantearon la construcción del Puente Bizkaia en 1888. Economía de medios, construcción desnuda y utilización práctica de la tecnología al servicio de las necesidades sociales fueron los rasgos propios de la modernidad que inspiraron su proyecto y que quedaron expresados en el Puente con un lenguaje de vanguardia y elegancia monumental.
Una vez obtenida la aprobación del Ministerio de Fomento el proyecto es ya una realidad. La concesión se dicta con fecha 12 de febrero de 1890, menos de tres meses después se constituiría la sociedad M. A. de Palacio y Cía., constructora y primera concesionaria de la obra.
La construcción del Puente fue financiada por un grupo de pequeños empresarios locales dirigidos por Santos López de Letona, un industrial enriquecido en Méjico en el sector de las manufacturas textiles. El Puente nació como fruto de una iniciativa privada para atender a la demanda del medio millón de pasajeros que entonces cruzaban la Ría cada año en barcos de remos. Hoy sigue siendo una empresa privada, pero con más de trescientos viajes de transbordo diario y alcanza una media anual de cuatro millones de peatones y medio millón de vehículos transportados.