En la primera Junta de Accionistas
que celebró la sociedad, Don Alberto de Palacio transmitió su entusiasmo, planteando varios proyectos complementarios que fueron recibidos con unánime e ilusionado consenso. Entre ellos se encontraba la habilitación de la pasarela central para permitir el transito peatonal, así como la puesta en servicio de ascensores con vistas panorámicas privilegiadas. Más de un siglo después, la sociedad El Transbordador de Vizcaya, actual concesionaria, convertiría en realidad algunos de aquellos viejos sueños incumplidos.
Formado el equipo, y con el proyecto a punto, comienzan las obras un 10 de abril de 1890 en la margen de Portugalete. El contratista fue el Sr. Arnodín, a quien Don Alberto Palacio seleccionó tras la trágica desaparición del primero, el Sr. Alonso, que no llegó a comenzar las obras.
Las primeras acciones
Terminadas completamente las torres
La barquilla original estaba construida con tablones,
y disponía de refuerzos de chapa en los anclajes a los cables de suspensión. Era una época de marcadas diferencias sociales y el Puente no pudo ser ajeno a ello; disponía de dos clases de pasaje en la barquilla, separadas por una red. Los pasajeros de primera disfrutaban de tres filas de bancos cubiertos, situados a ambos lados de la barquilla, mientras que los de segunda debían compartir la parte central descubierta con carruajes, mercancías y ganado.
Las obras habían concluido, y lo que no mucho tiempo atrás había sido un proyecto de viabilidad cuestionada, incluso por sus propios promotores, era ya una realidad.
La barquilla fue cargada con 26 toneladas que, junto a su peso, sumaban 40 toneladas, esto es cuatro veces el peso normal de la carga máxima de funcionamiento. En estas condiciones se efectuaron varios viajes a diferentes velocidades para comprobar el comportamiento de la nueva construcción.
Los resultados fueron plenamente satisfactorios y ya solamente quedaba un trabajo pendiente: los preparativos de la inauguración.ización industrial.