[vc_row][vc_column][vc_column_text css=".vc_custom_1627380949632{padding-top: 3% !important;}"]Avanzada la canícula a finales de Julio, es costumbre acordarse del Puente Bizkaia que se inauguró con prisas un viernes del verano de 1893 entre Santiago y San Ignacio, hace ahora 128 años.
Este final de Julio la celebración es triple porque también se cumplen 15 años desde que UNESCO le concedió el merecido título de “Patrimonio de la Humanidad” y 10 desde que se terminaron las últimas “obras intensivas” de restauración por lo que está calentito y oliendo a tinta el libro “Restaurando un Coloso” que hemos preparado para los que quieran disfrutar de cientos de fotografías de las entrañas de nuestro monumento y buscar entre hierros y eslingas a los esforzados trabajadores que intervinimos en esta obra.
El Puente tiene méritos sobrados para estar con frecuencia en los medios, porque fue genial ya en su concepción, ideado por un bizkaíno ilustre, lo fue en el proceso de diseño “al alimón” Alberto de Palacio y Ferdinand Arnodín combinando una gran dosis de genio con los mayores adelantos de la época, lo fue en su heroica tramitación y construcción consiguiendo fondos de amigos y entusiastas bizkaínos y luchando contra agoreros y envidiosos y lo ha sido desde entonces, mostrando una forma de transporte insuperable que sigue fresca y querida mientras otros sistemas que parecían invencibles se desmoronaban.
Murió el vapor que movía fábricas barcos y trenes y ahora está moribundo el automóvil que el Puente vio nacer y que en un siglo de alegrías y excesos va a dejar un mundo descalabrado, vacío de petróleo y con ciudades inhabitables hechas a su medida… ¡Cierto que el mundo se recupera!; ahora mismo el Puente está viendo nacer al “Corredor Vasco del Hidrógeno”, un niño cuyo nacimiento se ha ido demorando desde hace casi cincuenta años y que necesitará de la colaboración de otros sistemas y vectores para seguir moviendo el mundo sin temblores ni fiebre…
Han venido de otros países a ver el Puente y su entorno porque es ejemplo para todo el mundo y ya hay dos ciudades que quieren volver a tener un Puente Trasbordador como el que tuvieron y los gestores de la modernidad achatarraron. Nosotros estamos contentos porque la ría va a tener pronto otro puente ligero y porque los gestores de carreteras y trenes de aquí y de todo el mundo ya se han comenzado a estrujar los cerebros para que las infraestructuras que tenemos sean mejor aprovechadas y no gastemos recursos ni martiricemos la Tierra con obras innecesarias.
Durante esta inesperada pandemia que ha puesto nuestra soberbia sociedad “patas arriba”, varias personas me han dicho que pasaban las horas mirando desde sus ventanas “ir y venir” la barquilla del Puente y que se entretenían contando las pocas personas que cruzaban cuando antes había muchedumbres… Durante las peores semanas perdimos a setenta de cada cien usuarios y durante el correr del año, a noventa de cada cien visitantes, pero el Puente y los animosos hombres y mujeres que lo manejan, no lo dejaron parar un solo día aunque sus esfuerzos fueron –y aún son- tan heroicos como los de sanitarios, maestros o agentes del orden.
Quizás sin saberlo hemos sido ejemplo de un Servicio con mayúsculas, un Servicio público de verdad, un Servicio amigable con el Medio Ambiente (lo que ahora llaman “Objetivo de Desarrollo Sostenible”) y un servicio económico, bello y ejemplar.
¿Qué mejor sitio para dar un paseo el próximo día 28 y cualquier otro día y salir en una foto con el Puente como marco?
Zorionak Zubi Maitea[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]